En un momento clave de la
historia argentina, Wos publicó Caravana,
su álbum debut donde logró interpelar a toda una generación.
En los tiempos de hoy en día, un disco puede durar
menos de 20 minutos. La era del on demand,
el contenido descartable y el single como carta de presentación actualizable
arrinconan a Wos en la máquina trituradora que se convirtió la industria. Sin
embargo, sin desentenderse de esto, el rapero logra estampar su marca y ser la
voz de una generación en un estilo musical que ya es mainstream.
“Y no
hables de meritocracia, me da gracia, no me jodas / que sin oportunidades esa
mierda no funciona” dispara en “Canguro” mientras representa a millones de
personas y pone en primer plano al que “cobra dos monedas al mes pa’ mantener cuatro
personas”. Si bien este es el único tema englobado en el género conscious hip hop, tiene el peso de
abrir Caravana y también de haber
sido elegido como el primer corte de difusión, con un video donde el freestyler
interpreta tanto al emisor como al receptor de las críticas sociales.
El hip hop,
originario de Estados Unidos a mediados de los ’70, se convirtió en el género
musical con más reproducciones en streaming en el país norteamericano en 2017,
venciendo al rock y al pop, y desde ahí no perdió la corona. Esta tendencia se
puede empezar a ver a nivel mundial, y si bien en Argentina a fines de los '90 se encontraban grupos como El Sindicato Argentino del Hip Hop y Bola 8, las batallas
de gallos tuvieron un crecimiento exponencial a medida que la década avanzaba y lograron poner a la doble hache en la música preferida de los adolescentes.
Wos nació
de las batallas de improvisación en plazas (particularmente del Quinto Escalón)
y esta disciplina se convirtió en su recurso principal a la hora de componer
letras. Así es que tanto en “Canguro” como en las otras seis canciones del
trabajo, Valentín Oliva expone su inconsciente sobre una beat de boom bap o de trap a cargo de su productor
musical, Facu Yalve (A.K.A.. Evlay) y de ahí germinan las temáticas que termina
abordando.
Entre
calambures y técnicas de one two,
también podemos encontrar agresividad vocal. Tres claros ejemplos son “Luz
delito”, un rap rock de materia ateísta cuya referencia a los Redonditos de
Ricota se hace explicita al tomar el riff de “Luz Belito” y “No va a bajar”, el trap estimulante y
narcótico que da el cierre a la obra. “Pantano” es el más classic hip hop, con una base a tempo lento y bien minimalista
donde la cadencia de la rima se vuelve viscosa.
Si bien lo
que hila el álbum son sus timbres de producción más que los tópicos de las letras,
el amor parecer ser –a veces explícita y otras implícitamente- lo que amalgama
los distintos tracks. “Fresco” y “Okupa” revelan los pensamientos más frágiles
de Valentín, pero sin dudas “Melón vino” desviste sus sentimientos más
delicados, cantando “Cuando miremos y no entendamo’ / Nada de todo lo que ahora
vemo’/ Voy a quedarme con vos al lado/ Cuando todo se nos ponga feo”.
El pasaje
del estudio al recital es una experiencia rockera. Con una banda formada por
batería, bajo, teclado y guitarra (tocada por Ca7riel), con quienes agotó dos
Groove en la presentación oficial del disco, la potencia arriba del escenario sobrepasa
a las grabaciones y deja otra impresión al público, ya acostumbrado a ver a los
artistas de la escena del trap/rap cuyos shows constan del cantante y todas las
pistas sonando atrás (a veces, incluso la propia voz líder).
Contrariamente
a lo que puede suceder con Super Sangre
Joven, la placa debut de Duki, uno de los traperos más populares actualmente, Caravana no suena a un rejunte de singles. Aunque esto
es una virtud, el disco se siente corto al sólo presentar cinco temas nuevos e incluso podría tener mejores composiciones (se lo ha visto
improvisar mucho mejor al “pibito de la plaza”) o beats más potentes. Estas
características se vieron en los sencillos previos al material de estudio, como
“Púrpura”, con su base de combativa base de trap o “Andrómeda”, la canción con las
mejores barras de Wos.
Caravana es una
peregrinación que no tiene miedo en llevarse puesto cualquier estándar
preestablecido. Es la voz de una generación que, con su andar irreverente, viene
a cambiar todo, a derribar estructuras sociales, imposiciones sentimentales y mecanismos
políticos. Incluso en el plano musical logra inmiscuirse en las venas del rock
nacional y ya ser considerado un pilar más de la música argentina. Porque como
dijo Wos: no importa el género, si no lo que genera.